Por estas horas, en esta semana, se sigue conversando y cerrando listas para la renovación de autoridades en el Partido Justicialista de La Pampa. El tema pasa a un segundo plano en el interés de los medios frente a la salida del cepo, la inflación en ascenso y el nuevo esquema cambiario con devaluación disfrazada por el gobierno de Javier Milei. La falta de conflictos visibles además le quita interés. Pero aunque esta renovación parece ser una formalidad, el llegar a un acuerdo por las autoridades del PJ lo más cerrado posible tiene sus implicancias en sobrellevar el momento político actual y pensar en la unidad hacia 2027.
Las últimas noticias sobre el peronismo nacional han demostrado que el camino de no agitar las diferencias y cerrar filas tomado por el PJ pampeano es el correcto en los momentos tormentosos que se viven. Por un lado, el domingo hubo elecciones para reformar la Constitución en Santa Fe y el peronismo fue dividido en tres listas. Una de las boletas quedó segunda detrás del oficialismo santafesino de los radicales más aliados, pero la fragmentación quitó competitividad y posicionamiento hacia adelante al peronismo santafesino. El lunes se conoció que la ex presidenta Cristina Fernández avaló el desdoblamiento de las elecciones bonaerenses con un guiño hacia el gobernado Axel Kicillof, más allá que lo consideró “un error” en la estrategia. Ya sea por cálculo político, para preservar la unidad y no hacerle el juego a Milei o porque la iba a perder en los papeles o en las urnas, fue otra muestra que el peronismo no puede estar dividido frente a lo que está ocurriendo. La división y la fragmentación, termina jugando a favor de Milei y su tropa libertaria.
Estas dos cuestiones, dijimos, mostraron al peronismo pampeano que está en el rumbo correcto. Todas las líneas consensuaron un acuerdo “hacia arriba” con el gobernador Sergio Ziliotto como presidente del partido y manteniendo cada sector la representación que tiene hasta el momento en el Consejo Provincial y entre los congresales.
La unidad, por orden del gobernador, también se bajó como línea política hacia cada localidad. Donde hay intendente peronista, el acuerdo lo lleva adelante el jefe comunal como presidente de la unidad básica y en la mayoría de los casos es sin sobresaltos. Donde no gobierna el PJ, se debe consensuar una lista, aunque se sabe que hay lugares complicados: General Acha, Eduardo Castex o Rancul, por ejemplo, están hundidos en una interna interminable.
Si bien se cerró por arriba, con la decisión de respaldar al gobernador y su gestión y mantener la unidad frente al gobierno de Milei, hacia abajo está presente el juego de cada sector. Hay debates, como el generado por Jorge Lezcano, referente de Identidad Peronista, que pide revisar las categorías de “líneas mayoritarias” para disputar los lugares que cree merecer para su sector frente a otros que han perdido territorio; hay posicionamientos de quienes no quieren perder terreno y buscan mejorar su lugar en las negociaciones; y hay reconfiguraciones, como lo que ocurre al interior de La Cámpora ante el alejamiento del intendente de Santa Rosa, Luciano Di Nápoli, pero que en los papeles todavía pertenece a esa línea. Al no haber conformado una corriente propia, los lugares camporistas en el Consejo Provincial y el Congreso seguramente serán designados por María Luz Alonso.
El PJ pampeano ha tenido momentos en los que hubo desgajamientos (sectores peronistas conformaron el Fregen o el FPV) y hasta internas feroces (cuando el marinismo y el vernismo disputaron en 2007 el liderazgo o cuando el jorgismo K y el vernismo se enfrentaron por dos modelos de peronismo en juego). Hay fragmentación (proliferan las líneas provinciales y hasta las agrupaciones locales) y diferencias (la convivencia al interior de la Plural no deja de generar tensiones). Sin embargo, a diferencias de otras provincias, el peronismo pampeano se ha sostenido bajo la premisa de “no sacar los pies del plato”. Ser gobierno y no permitir la injerencia de conflictos nacionales (al menos los que se pueden) ha ayudado también a mantener su organicidad. Esa enseñanza, como mandato histórico o práctica cotidiana, lo ha sostenido en el tiempo.
No es poco en momentos donde otros peronismos se deshacen en conflictos y peleas que no hacen más que seguir desangrando cualquier posibilidad de articular una mayoría nacional o de ofrecer una alternativa sólida frente al avance del oficialismo.