Murió el papa Francisco

Murió el papa Francisco
21 Abril, 2025 a las 05:41 hs.

El pontífice argentino falleció este lunes a los 88 años, dejando un legado histórico marcado por profundas reformas en la Iglesia y una incansable lucha por la dignidad humana.

El video del anuncio de la muerte del papa argentino

Nada hacía prever, en la vida humilde y austera de Jorge Mario Bergoglio, que aquel 13 de marzo de 2013 cambiaría la historia, convirtiéndose en el primer Papa latinoamericano y jesuita, figura que trascendió la religión para marcar indeleblemente la política y la cultura global del siglo XXI. Hoy, a sus 88 años, Francisco ha partido, dejando a millones en duelo y a la humanidad con un legado invaluable por reflexionar.

El Vaticano confirmó oficialmente su muerte a las 7:35 hora local (05:35 GMT), apenas un día después de su última aparición pública desde el balcón de la basílica de San Pedro durante la celebración de la Pascua. Un mensaje breve, pero emblemático: llamó una vez más a la “libertad de pensamiento y tolerancia”. Su deceso sigue a meses difíciles de salud, luego de una grave neumonía que lo mantuvo hospitalizado por 38 días hasta finales de marzo.

El anuncio del cardenal Kevin Joseph Farrell, Camarlengo de la Santa Romana Iglesia desde la Casa Santa Marta: «A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Dedicó toda su vida al servicio del Señor y de la Iglesia».

Su pontificado de más de doce años se caracterizó por la innovación pastoral, profunda cercanía al pueblo y una visión estratégica que reposicionó a la Iglesia Católica como actor relevante en los grandes debates globales.

Un papa argentino para el mundo

Francisco emergió del barrio porteño de Flores, hijo de inmigrantes italianos, crecido en un entorno humilde y familiar. Su vocación temprana fue alimentada por figuras fundamentales como su abuela Rosa, cuyo recuerdo siempre destacó como clave en su camino espiritual.

Ordenado sacerdote jesuita en 1969, Bergoglio tuvo una carrera eclesiástica atípica, marcada por silenciosos años de exilio interior en Córdoba durante conflictos internos, hasta que el cardenal Antonio Quarracino reconoció en él un potencial excepcional. A partir de allí, su ascenso fue rápido: obispo auxiliar, arzobispo de Buenos Aires y finalmente cardenal en 2001, adquiriendo prestigio internacional gracias a su capacidad intelectual y política.

Aunque nadie lo esperaba, su nombre resonó con fuerza en el cónclave de 2013. Como Papa, sorprendió inmediatamente por su estilo sencillo, comunicándose en un lenguaje cotidiano que rompió barreras históricas entre la Iglesia y la sociedad global.

Una voz incómoda pero necesaria

Francisco destacó especialmente por su capacidad para interpelar al mundo político desde un profundo humanismo. Denunció constantemente la “cultura del descarte”, la idolatría del dinero, y la “globalización de la indiferencia” ante las injusticias sociales.

Desde Lampedusa en 2013 hasta su viaje a las periferias olvidadas de África en 2023, el Papa argentino abordó siempre las problemáticas más incómodas: la crisis migratoria, la guerra, los abusos de poder, la pobreza extrema, y los desequilibrios en la diplomacia multilateral. Su liderazgo se expresó con fuerza en gestos concretos, como la mediación histórica entre Cuba y Estados Unidos, o en su insistente pedido por una reforma integral de los organismos internacionales para responder verdaderamente a los desafíos globales.

Reformador de la Iglesia y crítico implacable

Bergoglio llevó adelante profundas reformas internas: impulsó la transparencia financiera vaticana, descentralizó el poder en la Curia romana, y renovó significativamente el Colegio cardenalicio, nombrando a casi el 80% de los cardenales electores actuales, favoreciendo una representación verdaderamente global y plural.

Pero su papado no estuvo exento de críticas internas y externas. Cuestionado en temas delicados como los abusos sexuales en la Iglesia, nunca dudó en imponer protocolos estrictos para enfrentar el problema con transparencia. Tampoco evitó controversias ideológicas al denunciar repetidamente la ideología de género como una “colonización peligrosa” o al reafirmar la postura católica sobre temas como el aborto y el matrimonio homosexual.

Un mensaje universal desde lo profundo del Evangelio

Francisco no solo fue un Papa político; también fue un profundo reformador espiritual. En encíclicas fundamentales como Laudato Si’ y Fratelli Tutti, trazó líneas claras para enfrentar las grandes crisis de nuestro tiempo: la ecológica, la humanitaria, y la ética-política.

Insistió en una Iglesia “en salida”, que prioriza acercarse a las periferias existenciales, geográficas y culturales, buscando transformar desde la misericordia y la atracción del mensaje evangélico antes que desde el moralismo rígido. Su llamado a la “buena política”, capaz de interpretar genuinamente el sentir popular sin caer en populismos demagógicos, es parte esencial de su herencia al mundo político contemporáneo.

Argentina frente al legado del Papa Francisco

Francisco murió sin haber vuelto a su tierra natal como pontífice. Decidió deliberadamente evitar manipulaciones políticas locales y eligió mantener distancia física, aunque nunca espiritual. Deja a Argentina una interpelación profunda: reflexionar sobre cómo honrar verdaderamente el hecho histórico de haber dado al mundo un Papa tan excepcional, y asumir con responsabilidad y grandeza el desafío que su mensaje implica.

Como dijo alguna vez Bergoglio mismo, su intención nunca fue ser admirado sino imitado, no solo en sus palabras, sino en las obras concretas que alivian el sufrimiento humano.

El final y la promesa de un nuevo tiempo

La muerte de Francisco abre un período de reflexión para la Iglesia y el mundo. El sucesor, elegido por un colegio cardenalicio transformado por él, tendrá el desafío de continuar un camino marcado por la audacia, la humildad y la sensibilidad social.

Francisco, aquel Papa argentino que nadie esperaba, murió siendo reconocido universalmente como un líder espiritual y político decisivo del siglo XXI. Nos deja una Iglesia renovada, un mensaje humanista profundo, y la invitación constante a ser mejores. Será tarea del tiempo y de cada uno recoger su testimonio y transformar en hechos concretos el mensaje eterno que este pontífice dejó para la humanidad.

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